6º RELATO. El Pilar De La Media Legua

6º RELATO. El Pilar De La Media Legua

Menudo trozo de queso me voy a comer, pensaba Jacques mientras observaba un buen taco de queso, con aspecto de curado en exceso, oloroso como aquellos pies de algún buen cristiano.
Sentado sobre la parte más alta del muro, se zampaba un taco de queso, otro de pan, bueno o eso decían que era, dado los ingredientes que llevaba, que no por los días acumulados en su haber, por ello, más podría llamarse “regañá”.
Allí en lo alto divisaba como el mejor vigía todo lo que a su alrededor se olía. Miraba a Graciosa, siempre haciendo de las suyas, coqueteando con Serafín, por su parte siempre dispuesto a montarlas, tanto a ella como a las otras, pues buen semental era él…
Distraía un poco su atención durante el suculento deleitar del bocado, cuando tenía que lanzar con su honda, haciendo valer su maestría, pues para eso había sido campeón del “Campeonato  de la villa de la pedrada al apedreado” al haber logrado romper la crisma del pobre dilapidado en tres ocasiones seguidas, dando las tres en el canto de un ducado de oro. Era una manera de hablar pues no lo había visto nunca, sólo de oídas lo conocía. Se levantaba con tranquilidad, colocaba con la delicadeza de quien piensa no herir, la piedra en la honda, revoleaba aquella y un piss-pass estaba otra vez Traviesilla con su maná.
Jacques pasaba grandes ratos en el lugar, conocía de punta a punta las sanguijuelas, cómo había que dar de beber al ganado, cuando no estaba el abrevadero en las condiciones que pudieran agradar a Traviesilla, Graciosa, Serafín y el resto del rebaño.
Al pronto alzó la mirada, casi se atraganta con el taco de queso a punto de engullir, pues se acercaba un fantasma montando a otro. Bueno no era un fantasma pero podría haber pasado por tal, dado la poca materia que rodeaba al amasijo de huesos que parecían.
De pronto aquel caballero, dijo llamarse Caballero De La triste figura, se dirigió a Jacques con una  solemnidad fuera de lo común, tanto que aún habiendo pensado lo acorde de su nombre no fue capaz, nada más que eso, de pensarlo, sin abrir la boca. El queso mientras, ni para dentro ni para fuera.
Oiga señor de alto rango y gallardía, podría con su caballerosidad que a bien seguro cuenta, ayudar a un noble caballero cuyo nombre tengo de poseer es “Caballero de la Triste figura”, no sé por qué me pondrían tan poco agraciado nombre, pero con orgullo lo paseo, a bajar de mis más fiero corcel que como Rocino responde, para poder abastecernos del agua tan fresca que ha de tener este pilar de nombre…¿cuál dijo usted mi más fiel amigo?, preguntó el caballero a Jacques en medio de su asombro por el lenguaje y la confusión consigo de un pobre y humilde pastor con el caballero del más alto rango.
Digo a vuestra merced, pues antes no le dije aunque podría haberlo hecho si usted no hubiérame deleitado con tan sabias palabras, el lugar se llama El Pilar De La Media Legua, pues hace honor a la distancia que nos separa de la villa. En un corto espacio de tiempo estoy con vuestra merced para ayudarle a bajar de tan preciado corcel cuyo blanco deslumbra, le soltó  Jacques sin saber cómo ni dónde salieron esas carcajadas, pero ¿ cuando iba a tener ese trato él, otra vez?.
Entre tanto, un jinete se acercaba a gran velocidad campo a través espoleando a un jaco impresionante. Al llegar sin más contemplaciones llamó a Jacques: ¡Eh! Tú, chaval, el pastor, sí tú, ven a dar de beber a mi caballo que está sediento, vamos rápido, pastor.
Con una furia desorbitada el Caballero de la Triste Figura sacó su espada, si a aquello podía llamársele así, increpando al jinete todo fornido con un yelmo capaz de amedrentar al mismísimo Don Rodrigo Díaz de Almonaster de las Casa Bajas pues no había más barro. No llame usted pastor a este noble caballero si no quiere vérselas con el agudísimo filo de mi espada Tiznona.
El jinete comenzó a reír de una forma brutal mientras increpaba al contrincante diciéndole: Me vas tiznar con ella, ¡jajajaja!
Jacques viendo la que se avecinaba, y dada la defensa que hizo de él  aquél caballero, por muy pirado que estuviese, cortó la disputa rápidamente con la alusión de que él lo ayudaba de gusto y no por mandato, así aplacó la furia de ambos pues estaban en El Pilar De La Media Legua. Aquello servía para dar de beber al ganado, tomar agua del dulce manantial existente, y no un lugar cuya belleza se vea manchada por el color de tan nobles sangres de vuestras señorías, les dijo.

Además Jacques les contó una profecía que rondaba las boas más sabias de la villa, con lo que con ello aplacó y consiguió se dieran la mano el jinete y el Caballero de la Triste Figura honorablemente. Les dijo:
En el futuro esto no será un manantial que brote por si mismo. Saldrá pero gracias a las cosas que inventan los hombres. Éstos vivirán mejor y tendrán tiempo para venir a este Pilar de la Media Legua, a sentarse en los merenderos que habrá. Bajo las sombras de unos arbolitos muy bonitos que se sembrarán, tantas veces como sean necesarias y cuidarán para que los zagales se cansen de romperlos…
Bueno todo eso será si gracias o si creen conveniente los que se llamarán políticos, vamos lo que mandan, pero con otro nombre y además dicen mucho eso de…Porque puedo prometer y prometo…
Per o tienen que saber vuestras señorías, que solamente es una profecía, les recordó.
¡Joder! Se me ha caído  el reloj en el dichoso Pilar de La Media Legua.

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