11º RELATO. COSTUMBRES.

11º RELATO. COSTUMBRES.

Soledad por doquier, hora, diez de la noche de un día cualquiera de invierno. Lugar, nuestra tierra, el Sur, vamos Trigueros. ¡¡Qué hay!!. Buenas Noches, ¿dónde está aquí la gente de esta villa? Pregunto al camarero, de uno de los bares abiertos. En sus casas, en esta época todo el mundo se torna al hogar y trinca la puerta. Es más, hasta se acuesta pronto. Hay que madrugar que con el fresquito que corre, se pegan las mantas, me contestó el lugareño.
El pueblo, de película, no había un alma. Las calles parecían más oscuras, si cabe, que de costumbre. Luces en penumbra, desde temprano encendidas. Más larga es la noche en este tiempo que en otros más cálidos.
No pudiendo con quien hablar, anoto todo lo observado y marcho por el camino donde vine.
Me dijeron en otros lugares más norteños, de la gran afabilidad de las gentes del sur. Pero no es que no sea así, sino que dado el tiempo en que me digné visitarlo no pude comprobar la fama extendida por otros contornos.
Marzo finaliza, las flores comienzan su resurgir, con ellas el buen tiempo empieza a dar la cara, mezclado con algunas lloviznas para refrescar el ambiente y hacer retoñecer a los frutos de la tierra.
Todo ello, me hace recordar las palabras del villano que me informó en trigueros: “La buena época del lugar es como las hormigas, primavera-verano”.
No pudiendo soportar la espera, mi impaciencia me hizo volver al lugar en estas fechas. Creía poderme llevar una decepción o la confirmación de mis pensamientos.
Los días claros, sol radiante, olor primaveral, sonidos armoniosos de los canturreos de los pajarillos, las hormigas empiezan su laboriosa tarea, las abejas también. También comienzan las alergias, cuestiones típicas de la estación que comienza y nos hace rejuvenecer nuestro interior, temporada álgida. Las noches más cálidas brindan la ocasión para, hasta hacer engorroso, saludar por aquí y por allá. Como si de un rito ancestral fuera, los lugareños van sacando sus butacas playeras al acerado para tomar las briznas de aire de la noche refrescante, después del caluroso día.

Preguntas a unos y otros, jóvenes y mayores, nadie sabe despejar con claridad el origen de esta costumbre, la causa de tantos años repitiendo el rito hasta de los que dicen encontrarse mejor dentro con el aire “en Condiciones”: unos dicen “tomar el fresco”, otros “dialogar con los vecinos”. La verdad sea dicha que vecinos son de siempre, se suelen ver por la medianera de los patios, apenas si se dirigen la palabra.
En cambio, llegando esta época, que junto con las horas de madrugada son las que dan el privilegio al transeúnte al derecho al saludo. Conocidos y desconocidos se ven en las altas horas de la noche y se dirigen un gesto, unas palabras, algo.
Es extraordinario el cambio que puede hacer la luz del día, aparece el sol, y a quién vi esta mañana de temprano y me saludó ahora parece no verme, casi tropezamos en la acera, pero no decimos nada. En época otoñal ocurre igual, llegando el otoño, las hormigas empiezan a recoger sus bártulos y hasta la siguiente temporada, a pasar el letargo del invierno a buen cobijo. Nosotros somos igual.
Alguien, seguro sabe la respuesta. ¿Será cosas de la costumbre?.

1 comentario:

  1. Ese pueblo en que fuiste, lo bueno es, que no buscabas trabajo y, ¡te has librado de escribir desaventuras!
    ¡Saludos!

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